Existe la idea preconcebida de que los gatos tienen miedo o no les gusta el agua. Descubre en el nuevo artículo de “Mentiras y verdades sobre gatos” de la coordinadora de los cursos online del Área de veterinaria de ISED, Vera Vicinanza, que los gatos y el agua no tienen porque llevarse mal.
Leyenda 9: El mito del gato y el agua
La relación del gato con el agua siempre ha sido motivo de debates, consultas y…falsas creencias. El baño, el agua de bebida, el juego con el agua, parecen argumentos en los cuales siempre parece clara una cosa: al gato no le gusta el agua. En cierta medida puede ser cierto que el gato necesita poca agua por sobrevivir: pensemos que los ancestros del gato vivían en un ambiente desértico y de ello deriva la costumbre del gato de asearse de forma tan peculiar. Por otra parte los mecanismos de concentración de la orina también son más eficaces en los felinos aunque esto no signifique que no necesitan beber agua. El gato es capaz de obtener agua del consumo de sus presas. En un ambiente doméstico el gato alimentado con comida húmeda bebe poca cantidad de agua respeto a un gato alimentado con comida seca.
Otra característica del gato es que cada uno tiene sus preferencias: algunos prefieren un bol de agua llenado hasta la superficie, otros que se le cambie el agua dos o tres veces al día, a pesar de estar limpia, otros prefieren agua corriente, como las de las fuentes que se encuentran en las tiendas de decoración. Sea cual sea la preferencia del gato, el agua es importante en su alimentación y debe siempre estar disponible para prevenir problemas renales, muy frecuentes en los gatos. Una cosa que puede ser útil saber es que, dada su sensibilidad a los olores, los gatos perciben si no hemos lavado bien su bol de agua. Por esta razón es más cómodo utilizar bol de acero y no de plástico que retienen más los olores.
Al contrario de lo que se piensa el gato es atraído por el agua: intentará cazar los peces de un acuario y jugar con la superficie del agua de un estanque o de su bol de agua, es atraído por el agua corriente…
En cuanto al tema del aseo, un gato puede ser bañado. Es verdad que el gato es muy limpio, pero hay casos en los cuales no debemos tener ideas preconcebidas en bañarlo. Si vuelve a casa muy sucio, si tenemos niños en casa o si tenemos alergias, podemos utilizar productos específicos que incluso cuidarán su pelaje. Quizás la teoría que bañar al gato es perjudicial pueda deberse a que los primeros champús que se utilizaron no eran específicos y podían provocar irritaciones. Hoy en día hay productos diseñados expresamente y de mucha calidad. Contrariamente a lo que se piensa el gato no odia el agua. Incluso hay razas como el Maine Coon, el Bosque de Noruega que aprecian el agua y son excelentes pescadores. El hecho de tener un ancestro adaptado al clima desértico, hace que el baño no sea una aptitud de la especie, pero tampoco debemos demonizar la posibilidad de bañar a nuestro gato si es necesario. Para que esto no sea un trauma, utilizaremos una cantidad pequeña de agua tibia, por ejemplo en una palangana, ayudándonos con un vaso para aclarar. Usaremos poca cantidad de un champú específico. No pondremos el gato en una bañera para no estresarlo: no puede escaparse y las paredes hacen que resbale y se estrese más. El secado deberá hacerse con una toalla, ¡sin olvidar ofrecerle una golosina como premio por haberse portado bien! Notaremos que después del baño el gato volverá a asearse completamente. Esta conducta es del todo normal y sirve al gato para que recupere su olor original.